Una escena clásica: después de un día entero en el colegio, parque y actividades extracurriculares, los niños siguen corriendo como si acabaran de despertarse. Mientras los adultos sentimos que nos arrastramos al final del día, ellos siguen activos. ¿Por qué ocurre esto?
La respuesta no es sólo energía infantil: tiene una base fisiológica concreta, vinculada a su metabolismo energético.
El metabolismo energético de los niños es diferente.
Cuando hacemos ejercicio, nuestros músculos obtienen energía principalmente de tres vías:
- Fosfágenos (ATP-PCr): muy rápida, pero se agota en segundos.
- Glucólisis anaeróbica: rápida, pero genera fatiga por acidosis.
- Oxidación aeróbica: más lenta, pero muy eficiente y sostenible.
A diferencia de los adultos, los niños tienden a usar mucho más la vía aeróbica para obtener energía, incluso durante actividades de alta intensidad. Esto se debe a:
1. Mayor capacidad oxidativa.
2. Menor dependencia de la glucólisis anaeróbica.
3. Recuperación ultra rápida
En castellano, el cuerpo tiene tres maneras de obtener energía, como si tuviera tres “combustibles”: uno súper rápido pero que se acaba enseguida, otro rápido pero que genera mucho cansancio, y uno más lento pero que puede durar horas. Los niños usan principalmente este último.
- Mayor capacidad oxidativa
Los niños tienen una mayor proporción de fibras tipo I (oxidativas), mayor densidad mitocondrial relativa y una alta actividad de enzimas mitocondriales. Esto les permite:
- Producir energía de manera más eficiente con menor producción de lactato.
- Recuperarse más rápido entre esfuerzos.
- Mantener actividad física continua sin tanta fatiga neuromuscular.
Ratel et al. (2006) demostraron que los niños tienen tasas de resíntesis de ATP mitocondrial similares o incluso superiores a las de atletas adultos entrenados.
En cristiano, el cuerpo de los niños “quema” mejor el oxígeno y produce energía sin generar tanta fatiga. Es como si tuvieran un motor híbrido que no se calienta ni se agota tan fácil.
- Menor dependencia de la glucólisis anaeróbica.
Los niños presentan menores niveles de enzimas glucolíticas como la fosfofructoquinasa (PFK), lo que:
- Reduce su capacidad de generar energía por glucólisis rápida.
- Disminuye la producción de lactato.
- Minimiza la fatiga muscular inducida por acidosis.
Esto los convierte en «máquinas aeróbicas naturales», aunque no tan eficientes para esfuerzos de fuerza máxima o potencia sostenida.
Quiere decir que como no usan tanto la “energía sucia” que cansa, no sienten ese ardor en las piernas ni el agotamiento que sentimos los adultos después de una serie de sentadillas o un pique.
- Recuperación ultra rápida
Estudios han demostrado que los niños:
- Tienen menores tasas de fatiga durante esfuerzos repetidos.
- Recuperan frecuencia cardíaca y VO₂ más rápido.
- Pueden mantener intensidad moderada a alta con menos percepción de esfuerzo.
Ratel y Blazevich (2017) concluyen que la recuperación post-ejercicio en niños es tan rápida como la de atletas de élite adultos, debido a su metabolismo predominantemente aeróbico.
Esto quiere decir que cuando un niño corre y se agita, a los pocos segundos ya está respirando normal y listo para correr otra vez. Su cuerpo “rebobina” más rápido que el de un adulto.
Entonces… ¿por qué parece que nunca se cansan?
- Porque no acumulan fatiga glucolítica tan fácilmente.
- Porque su metabolismo aeróbico es altamente eficiente.
- Porque sus fibras musculares, su sistema cardiovascular y su percepción del esfuerzo están orientados a la actividad continua, no al descanso.
Claro que los niños se cansan, pero no lo expresan ni lo sienten igual que los adultos. Y si se alimentan bien, duermen y están motivados, pueden mantenerse activos muchas horas sin signos visibles de agotamiento.
Referencias
- Ratel, S., & Blazevich, A. J. (2017). Are children small adults? Towards a developmental perspective in exercise physiology. Sports Medicine, 47(8), 1477–1488.
- Ratel, S., Duche, P., & Williams, C. A. (2006). Muscle fatigue during high-intensity exercise in children. Sports Medicine, 36(12), 1031–1065.
- Hebestreit, H., Mimura, K. I., & Bar-Or, O. (1993). Recovery of power output following intense short-term exercise in boys and men. Pediatric Exercise Science, 5(4), 325–333.
- Tonson, A., Ratel, S., Le Fur, Y., Cozzone, P. J., & Bendahan, D. (2010). Muscle energetics changes throughout maturation: a quantitative 31P-MRS analysis. Journal of Applied Physiology, 109(6), 1769–1778.
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