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Cuando pensamos en “fibra”, la mayoría asocia el concepto con una buena digestión o con la prevención del estreñimiento. Sin embargo, este nutriente no digerible tiene un papel mucho más amplio: participa en la regulación del metabolismo, en la salud cardiovascular, en el control del apetito y en el equilibrio de la microbiota intestinal.

La fibra dietética incluye una variedad de compuestos de origen vegetal que el intestino humano no puede digerir completamente, entre ellos celulosa, hemicelulosa, pectinas, gomas y ligninas. Se divide en dos grandes tipos:

  • Fibra soluble (fermentables): se “disuelve” en agua y forma una sustancia viscosa (geles) que enlentece el vaciado gástrico, mejora la absorción de nutrientes y contribuye a reducir los niveles de colesterol y glucosa. Ejemplos: avena, legumbres, manzana, zanahoria.
  • Fibra insoluble (poco fermentables): no se “disuelve”, aumenta el volumen fecal y acelera el tránsito intestinal. Ejemplos: cereales integrales, salvado de trigo, frutos secos, verduras de hoja.

Fibra y salud metabólica

Una dieta rica en fibra se asocia consistentemente con menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, obesidad y ciertos tipos de cáncer. La evidencia muestra que por cada aumento de 10 g de fibra al día, el riesgo de mortalidad por todas las causas puede disminuir hasta un 10% (Reynolds et al., Lancet, 2019).

Además, la fibra modula la microbiota intestinal, favoreciendo el crecimiento de bacterias beneficiosas que producen ácidos grasos de cadena corta (AGCC), como el butirato, que tienen efectos antiinflamatorios y protectores sobre la mucosa intestinal.

En el contexto del deporte, la fibra ha sido tradicionalmente ignorada o incluso evitada por miedo a molestias gastrointestinales. No obstante, su adecuada inclusión tiene múltiples beneficios para el rendimiento y la salud del atleta:

  1. Control del apetito y composición corporal: la fibra genera saciedad, ayudando a controlar la ingesta calórica en etapas de definición o pérdida de peso sin comprometer la densidad nutricional de la dieta.
  2. Estabilidad glucémica: al moderar la absorción de carbohidratos, la fibra contribuye a mantener niveles de glucosa más estables, evitando picos y caídas energéticas.
  3. Salud intestinal: un intestino sano mejora la absorción de nutrientes, la inmunidad y la recuperación. La microbiota equilibrada reduce el riesgo de inflamación sistémica y mejora la biodisponibilidad de compuestos como los polifenoles.
  4. Recuperación y sistema inmune: los AGCC producidos por la fermentación de la fibra pueden modular la inflamación post-ejercicio y reforzar la función inmunológica.

Eso sí, el timing y la cantidad son claves: una comida muy rica en fibra justo antes del entrenamiento o competición puede generar distensión abdominal o urgencia intestinal. Por ello, se recomienda reducir la ingesta de fibra 24-48 h antes de eventos importantes, sobre todo en deportes de resistencia o combate, siguiendo las guías de la International Society of Sports Nutrition (ISSN).

Fuentes de fibra y recomendaciones prácticas

La recomendación general para adultos oscila entre 25 y 38 g/día, aunque muchos deportistas apenas alcanzan la mitad. Para cubrirla, lo ideal es priorizar alimentos integrales y de origen vegetal:

Grupo

EjemplosFibra (g por porción aproximada)

Cereales integrales

Avena, pan integral, arroz integral

3–5 g

Legumbres

Lentejas, garbanzos, alubias

6–8 g

Frutas

Manzana, pera, plátano, frutos rojos

2–4 g

Verduras

Brócoli, zanahoria, espinaca, calabaza

2–5 g

Frutos secos y semillasAlmendras, chía, lino, pistachos

3–10 g

 

Conclusión

La fibra no solo “ayuda a ir al baño”: es un componente esencial de una dieta equilibrada, clave para la salud metabólica, la composición corporal y la optimización del rendimiento deportivo.

Una estrategia nutricional completa no se trata solo de proteínas y calorías; también se trata de cuidar el entorno donde todo eso se absorbe y se transforma: el intestino.
Invertir en una alimentación rica en fibra es invertir en rendimiento, recuperación y salud a largo plazo.

Referencias

  • Reynolds, A. et al. (2019). Carbohydrate quality and human health: a series of systematic reviews and meta-analyses. The Lancet, 393(10170), 434–445.
  • Slavin, J. (2013). Fiber and Prebiotics: Mechanisms and Health Benefits. Nutrients, 5(4), 1417–1435.
  • Burke, L. M., & Maughan, R. J. (2015). The athlete’s diet: nutritional goals and dietary strategies. Journal of Sports Sciences, 33(Suppl 1), S3–S17.
  • ISSN Position Stand (2023). Nutritional considerations for optimizing performance and health in athletes.

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